viernes, 26 de febrero de 2010

La Pregunta del Millón

Por 2 euros 50 céntimos y tres dosis de pudor....

¿Teneis máquinas con cosas íntimas para la mujer?

Por falta de reflejos y una respuesta mejor...

No, tenemos máquina de bebidas y comidas
 

Bien por mi, pero me quedé tan a cuadros que no se me ocurrió nada mejor que decir...

martes, 23 de febrero de 2010

Mi amigo Kaputt

Cuando dices que trabajas en un hotel de Torremolinos, y de noche, la gente inmediatamente lo asocia con "guiris" que llegan borrachos y con los que hay que lidiar. Por mi experiencia propia durante casi 2 años lo suelo desmentir. Hombre, es innegable que ocurre, pero no con la frecuencia que la gente cree. Lo más curioso es que el personaje que ahora nos ocupa sí se corresponde con esta imagen de guiri que llega pasado de copas, y que se presentó en mi vida cuando menos lo buscaba y cuando menos pegaba: en días de Imserso.
Supongo que eso ya es motivo suficiente para sentarte en la barra de un bar a fundirte las reservas del cantinero de turno. Al menos, si yo fuera a parar a un hotel en el que la única persona con los todos los huesos (excluyendo quizás algún tornillo del cráneo) en su sitio soy yo, quizás me replantearía que el alcohol no es tan malo después de todo. Desinfecta las heridas, al fin y al cabo.
Mi amigo debió pensar igual, y no le fue tan mal porque aprendió español como por generación espontánea: las palabras se fueron formando alrededor de sus neuronas desmintiendo la leyenda urbana de que el alcohol las destruye. Perdonad, las neuronas no se crean ni se destruyen: sólo se transforman. Lo dice mi estudio científico, tan riguroso como los de Actimel. En él, se observan a dos sujetos (éste y otro más, que no es guiri pero lo parece) cuyas neuronas, al contacto con el alcohol, mutan. Sí, sí, mutan y se transforman en otro tipo de neuronas, las neuronas idiomáticas. Lo curioso de este fenómeno es que es reversible: si el alcohol desaparece, estas neuronas vuelven a su estado anterior, resultando en el consiguiente olvido del nuevo idioma.
Total, que mi amigo se había bebido, por suerte o por desgracia, el equivalente a medio castellano. Llegó bastante tranquilo, aunque intentase abrir una docena de veces una puerta que era obvio que no se abría. Yo le ayudé, y el se sinceró conmigo: "Yo, Kaputt". Mi respuesta: "Jar jar jia". No se enrolló y subió. Tranquilamente volví a mis que-no-haceres, que no describiré, pero para que os hagais una idea no deseaba que me volviera a molestar. Él, consciente de ello por unos procesos cognitivos que posee el "cliente moscus cojonerus", por los cuales éstos tratarán de joder tus deseos, llamó a la recepción. Con su castellano, tan bueno que habría preferido hablar con el en húngaro, me preguntó si podía llamar desde la habitación, a lo que le insté a que llamase desde las cabinas en planta baja.
Bajó, lo que me provocó una inmensa satisfacción, se aproximó a la recepción y me pidió cambio a la par que arrojaba de su mano un billete de 50€ totalmente arrugado. Hecho una bola, para más señas. Y yo sin prácticamente cambio (procesos paracognitivos del moscus cojonerus). Me estrecha la mano y allá que se dirige a las máquinas de vending (¿?), y tras mucho trastear, no saca nada. Ahora sí, a llamar por teléfono. Vuelta. Bola de 5€. Me deja sin monedas (este cliente en particular tenia unos procesos cerebrales bastante desarrollados).  Manos. Cabinas. Llamada. Bola de 10€. "No tengo cambio, amigo". Insiste. Tengo que sacar cambio de mi cartera.  Estrechamiento de manos. De nuevo vending, y ahora sí saca patatitas y demás. Sube a su habitación. "Gracias, Mr. Kaputt".
El numerito me costó la ropa interior, tal fue el incremento de tamaño del interior de mis bolsas escrotales (ante todo, hay que ser políticamente correcto). Haciendo alarde de un cerebro tipo, volvió a interrumpir mis que-no-haceres con otra llamadita. Mr. Kaputt volvió a abrir su corazón, y me confesó que yo era su amigo. "Tú, amigo". Qué tierno. Mi amigo, de nuevo en un castellano digno de un alumno de ESO o de un periodista deportivo, me pidió favores muy confusos. Eh.. no penseis mal, tan solo fue una mezcla ininteligible entre "quiero llamar a mi amiga", "llama tú a mi amiga" y "bajo y llamo a mi amiga desde TU teléfono". Mi respuesta fue una mezcla entre NO, No, y no.
Colgó y empecé a ser feliz de nuevo. Durante 10 segundos, lo que tardó en volver a llamar. "Amigo, yo Kaputt". La aclaración me ayudó mucho. Ahora me dió el teléfono de su amiga. Yo lo apunté, ni siquiera se por qué. De nuevo me soltó la retahila de antes... y de nuevo le dije que bajara y usara las preciosas cabinas...
Y otra vez abajo... "Amigo, voy fuera". Me faltó acompañarle de lo dichoso que me hicieron esas palabras. Tras un rato que se hizo eterno, volvió. Sólo, para mi sorpresa, porque ya sentía curiosidad por conocer a la arpía que ocupaba la otra mitad del corazon de Mr. Kaputt, mío por méritos propios, que seguro que yo lo aguanto más que ella.
Y, señoras y señores, apretón de manos y "Buenas noches, amigo". Sube a su habitación y, a pesar de lo que podais creer, no volvió a molestar... Por suerte, salía esa misma mañana, así que no me tocó aguantarlo otra noche más. Me habría pedido la excedencia.
Supongo que ya no podré decir que no suelo cruzarme con guiris borrachos. ¡¡Recordad darme un collejón si lo hago!!

sábado, 20 de febrero de 2010

Personajes: el Esloveno



El esloveno, ese gran desconocido... No, esto no es un compendio de características que definen a los muchachos de Eslovenia, es tan solo una anécdota que me ocurrió hace un par de años, cuando trabajaba en el Hotel "Emperador".


Pues bien, la tarde discurría tranquila, lo que no auguraba grandes sobresaltos, aunque en el Hotel "Emperador" los sobresaltos no avisaban ni llamaban a la puerta, pero uno siempre tenía la fe de que ya hubieran pasado por el hotel en el turno anterior o lo hicieran en el turno próximo.
En algún pensamiento andaría inmerso cuando, oh milagro, un cliente con mochila dio con sus huesos a parar en el hotel. Deduje por su cabellera rubia que de Lepe no era, aunque también influyó ligeramente sus ojos azules y que no hablara español; cuando me entregó el pasaporte sentí orgullo de mi fabulosa habilidad para las deducciones. Era esloveno, sorprendente, ¿verdad? Seguro que no lo esperabais...
Bueno, la cosa empezó a fallar desde el principio. Por no tener a los clientes esperando en la recepción mientras relleno la ficha con sus datos personales, solía proponerles que subieran a su habitación y recogieran más tarde su documento de identidad. El esloveno, algo desconfiado, me dijo misteriosamente que prefería esperar. No iba a ser yo el que le metiera prisa en una tarde tan aburrida...
Cuando acabé me arrebató prácticamente el pasaporte de las manos y subió con su tesoro y su mochila a la habitación en cuestión, dejándola pagada. "Pa' desconfiao, er menda". Volví a mis quehaceres: cafelito en el bar de enfrente, un poquito de Messenger, Marca.com para seguir los resultados de la jornada...

 
Pasó un rato, media hora o tres cuartos, ya estaba casi convencido de que los sobresaltos se habían quedado calentitos en casa, cuando el esloveno bajó corriendo por las escaleras visiblemente alterado. Vamos, todo lo alterado que puede parecer un chaval con la expresividad de un saco de castañas. "Mierda, otra vez se ha atascado el WC", pensé yo para mis adentros. Sin embargo parecía peor, al esloveno le faltó saltar la recepción y zarandearme. Me dejó sin palabras cuando me preguntó en inglés, con todo el dramatismo que podais imaginar: ¿PUEDES DECIRME PORQUE ESTÁN INTENTANDO CAZARME? y....


 



... se marchó....
Y ahora.. ¡¡¡¿PODEIS DECIRME QUÉ COÑO LE PASABA A ESE TIO?!!! O sea, él viene, me paga la habitación, la disfruta durante 30 minutos y se pira sin pagar porque, señoras y señores, parece que le persiguen. Supongo que lo cazarían al salir, porque no vino nadie preguntando por él. 
Pobretico, podría haber pedido ayuda a Recepcionistaman para que combatiese a los malhechores que lo atormentaban. O a unas malas prepararle una infusión.

Aquí termina la anécdota del esloveno, desde aquello aprendí que los sobresaltos no avisan cuando llegan, pero tampoco cuando se van. Sobre todo si los persiguen.




martes, 16 de febrero de 2010

Recepcionista-Man, Capítulo 0

Ha llegado un nuevo superhéroe. Sus poderes van mucho más allá de la mera levitación, ver a través de las paredes o lanzar poderosas bolas de fuego. No es un conserje. No es un camarero. No es un ingeniero de obras terminadas. Es... RECEPCIONISTAMAN!! (vale, no hay misterio, lo pone en el título...).
Recepcionistaman te proporcionará una manta en noches frías, si se lo pides con amabilidad. Te preparará un desayuno frío si sales temprano. Rescatará a muchachas viejos jodidos desvalidos que han quedado atrapados en el ascensor.  Pero lo que es más increíble... ¡¡será su despertador personal!!

Comienza la leyenda de un hombre que forjará su propio destino con letras de chorro de tinta. No temas. Las noches tienen su guardián. Aunque pase 3/4 de la misma dormido...

16/02/10, 2:05 AM - Cierre del día / Apertura

Saludos amigos, bloggers e internautas en general. Hoy es un día especial, el día en el que por fin empezará a ver la luz toda una serie de historias, anécdotas y parafernalia que muchos me instaban a plasmar, de una manera u otra. Y hete aquí que así lo he decidido: blog mediante.
Os pongo en antecedentes. Mi profesión es Recepcionista de Hotel. A priori puede parecer una profesión aburrida, pero os puedo asegurar y así lo vereis, que suceden cosas que pueden tildarse de cualquier forma (incluido, también hay que reconocerlo, de aburridas). Hasta el momento son 3 hoteles en los que he tenido el placer de ofrecer mis servicios como Experto en Turismo. Estos 3 hoteles han tenido la amabilidad de pasar de estos servicios y ofrecerme a cambio el susodicho puesto de Recepcionista. Durante estos 3 años, en cada uno de estos hoteles han tenido lugar ciertas historias que no querría que cayeran en el olvido. Unas por graciosas, otras por extravagantes y otras ya, por míticas dentro de mi círculo.
Además, quiero que este sea un homenaje a mis compañeros de profesión. Porque sé lo que sufren, y porque además he cosechado grandes amistades en el gremio. A esos compañeros que, lo sigan siendo o no, ahora son más amigos que camaradas: un abrazo, esto en parte va por vosotros.
No me queda más, de momento, que despedirme hasta la próxima. Esto requerirá tiempo pues es mi tercer blog. Sólo os pido paciencia... y una feliz estancia ;-)