viernes, 12 de marzo de 2010

Sobre descuentos

Si hay una nacionalidad que me ha dado problemas a lo largo de mi carrera, esa es la italiana. Especialmente si se trata de hembras italianas, con las que he tenido buena gresca (y dejad vuestra mente donde está, que no me refiero a escarceos de cierto tipo). Pero de esos altercados hablaré en otro momento, hoy me centro en los descuentos.
Y es que los italianos parecen tener obsesión con ellos.  Pero me gustaría empezar con "el Jedi". Este personaje bien podría haberlo apodado "Caracortada" o directamente "Carademacrada", pero lo de Jedi le viene que ni pintado. Marroquí de nacionalidad, al igual que todos, venía con el regateo por delante. Ya puedes dejarle la habitación a un céntimo de euro, que ellos te pedirán que se lo dejes por un milésimo de euro, o diez habitaciones por un céntimo. Este en concreto me lo crucé un par de veces, y la primera ya quiso hacer muestra de su poder, de su control de la "fuerza". "El Jedi" estuvo muy hábil cuando, al darle yo 36€ de precio, con un movimiento de mano que podría haberlo ejecutado el mismísimo Obi Wan Kenobi intentó dominar mi mente. "Treinta", dijo él, y estuve a punto de sucumbir ante esa mirada fija en mis ojos y ese movimiento de mano, con la palma apuntando a mi rostro, trazando un círculo completo. Suerte que soy nieto de Yoda (bueno, de su mayor admirador) y me mantuve firme: "Treinta y seis", y es lo que hubo.
Para la segunda ocasión dejó los "Jedi Mind Tricks" y optó por la lógica aplastante:
-"Scheeeee que es la segunda vez que vengo."
Lo que yo diga, aplastante.

A fin de cuentas, en Marruecos el regateo es una costumbre, parte de su cultura. Pero en Italia  debo suponer que es común pedir descuentos ante cualquier contrariedad.
Claro, podemos estar de acuerdo ante esta actitud que es completamente comprensible, pero hasta cierto punto. Por ejemplo, ¿que hay de aquel grupo de italianos, 3 parejas si mal no recuerdo, que en el Hotel "Emperador" me pidieron descuento en TODAS sus habitaciones porque en el suelo había inscrustados un par de puntos negros? Pero puntos de un tamaño que es necesario agacharse para siquiera atisbarlos. De estos que puedes pasar diecisiete veces por encima y no lo ves ni aunque el punto te grite. Me los imagino entrando en cuclillas a la habitación, todo un ritual. O quizás trabajando en equipo:
-"Tu revisa el cuarto de baño que yo miro debajo de la cama."
-"Ey no, siempre me toca el baño, hoy quiero buscar restos orgánicos en el colchón."

Algunos rozan el umbral de la desfachatez, y en esto la palma no se la lleva un italiano, sino una rumana. Si parece absurdo pedir descuento por un par de puntos insignificantes, ¿que os parece que el fallito ni siquiera se encuentre en la habitación?
La cosa es así: en el Hotel "Emperador" cerrábamos la puerta después de la hora de cenar, por seguridad. Ahora bien, cosa de los años, la puerta no era especialmente fácil de abrir una vez se cerraba. Vaya, nada que no pueda arreglar Recepcionistaman con un tironcito de nada. Pues esta señorita, ante esta pequeña circunstancia que en nada afectaba a su estancia, sugirió (eso sí, muy suavona) que aquello era motivo de hacerle un descuento. Venga, amiga, a la próxima.... Es como pedir una reducción de impuestos porque un escalón del Ayuntamiento ha sido cagado por una paloma. Quizás en Rumanía funcione.

Moraleja: cuando viajes a Italia o Rumanía, no os olvideis la lupa. Y probad todas las puertas. Hasta esas que ponen "Privado", que os podeis llevar un 2x1.

Como ahora, que os habeis llevado 3 personajes/anecdotas en una sola entrada. Por las molestias.
Feliz estancia.

2 comentarios:

zarco dijo...

muy buena entrada recepcionistaman¡¡

donde esta tu archivillano???

Anónimo dijo...

q wena!!!
Fdo: er compi de fatigas....oyeee una entrada de las palizas mentales del jefe..no vendría mal!!!